lunes, 28 de enero de 2013

LA VIEJA LICORERIA

Recuerdo con nostalgia lugares con tradición como el Cuenta Cuentos, en la montaña Garabatos de La Esperanza, visita marcada por una noche de luna llena, necesaria para encontrar el camino que te transportaría después de recorrer un largo pasillo flanqueado por zarzamora y hojas de hiedra, esa planta trepadora de hojas inmortales y fieles por su forma de entralazarse para crecer a la que los griegos le atribuían la curación de la embriaguez, a una vieja casa canaria de anchas paredes de cal blanca y tejas de barro gastadas por el paso de lluvias, tormentas, humedades y vientos. Rodeada por un jardín de rosales y escaramujos, geranios e hinojo, un bosquecillo de eucaliptos y un sinfín de árboles frutales como castaños, perales, manzanos, un viejo nisperero y albaricoquero. 



Sin alumbrado exterior me costó no solo encontrar sino decidirme por la puerta a tocar para entrar, después de varios intentos traspasé la puerta que separa la realidad de la magia de una estancia en penumbra iluminada por velas de diversidad de tamaños, colores y olores, se vislumbraba por el techo de tejas y mas de una telaraña algún perenquén remolón y cansino. En un viejo baúl de madera lleno de polvo, telarañas y velas encendidas donde la esperma al derretirse realizaba formas caprichosas, sorprende un ramo de rosas rojas frescas. Una suave música envolvía la casa, pendiente de no perder ni un solo detalle de aquel lugar embriagador no le presté atención al género ni al autor de las canciones.



Una mesa y sillas de madera me hicieron tocar la realidad para saborear exquisiteces en forma de montaditos diversos y lo mejor de los licores de elaboración propia de canela, naranja amarga, vainilla o plátano. Se escuchaba en la contigua habitación voces, de admiración, algunas risas y exclamaciones de sorpresa prueba inequívoca de encontrarme en una noche de luna llena y de "cuenta cuentos".


La licorería es una actividad muy antigua y a la vez muy desconocida. Frente a las grandes marcas comerciales de consumo masivo, creen que hay un sector muy descuidado, el de aquel cliente que hace del beber una copa de licor artesano un momento mágico. Con su producto quieren colmar las expectativas de este tipo de clientes, ya que siendo un mercado en auge, apenas existen este tipo de productos.

La Vieja Licorería se dedica a la producción, embotellado y posterior comercialización de licores elaborados de forma artesanal. Sus características fundamentales son:

- La utilización de productos totalmente naturales.
- La ausencia de todo tipo de conservantes, aditivos, colorantes, etc.
- La elaboración del producto siguiendo las pautas tradicionales.
- El carácter exclusivamente manual de todo el proceso de producción y embotellado.
- La cuidada presentación final del producto (lacrado de las botellas, tipo de botella y   etiqueta seleccionado, leyenda que acompaña a cada licor...)
- El tipo de tiendas al que va destinado (tiendas del gourmet, vinotecas, delicatessen,...)
- El tipo de clientes al que va dirigido el producto (no sólo aquél que tenga un elevado nivel adquisitivo, sino también quien culturalmente valore y aprecie las exquisitez del producto).



"La vieja Licorería vende principalmente un concepto, una manera de hacer licores; en cierta manera, una forma de memoria. Aunque el producto final sea una botella física de licor, lo más importante es que es el fruto final de todo un proceso emocional. Sus licores deben transmitir los sabores de la memoria, formando parte de un fresco, de un cuadro elaborado con sabores y aromas: balsámicos, mentolados, amargos, dulces, ácidos, etc. Por otro lado, sus licores no entienden del anonimato de las materias primas. Quieren que las de ellos tengan el alma del árbol que las dio, del sol que las hizo madurar, del rocío que las refrescó al levantar el día. Quieren transmitir a sus licores esa impronta a la que los franceses llaman "terroir", terruño, y que tan bien saben vender; ese carácter que da a sus vinos esta o aquella pequeña parcela de viñedo, con sus especiales características de tipo de tierra, lluvias, sol, etc. Ahora, en esta época de vinos de autor reivindican sus licores como licores de autor, ajenos a todo proceso de industrialización, carente de alma. Licores que interpreten los sabores desde esa memoria individual y de esa memoria colectiva que a todos nos pertenece; interpretándolos también desde el sentimiento del licorista como un alquimista de la emoción".


En 1994 Fabián Cercano comienza a elaborar una pequeña cantidad de licores caseros que servía por copas a los clientes habituales en la acogedora tasca que posee, ubicada en un mágico entorno rural de la isla de Tenerife. En aquellas noches de amistades, y sueños conoce a Elena y juntos emprenden un hermoso camino, sembrando la semilla de lo que actualmente es la Vieja Licorería, más que una fábrica de licores, una forma de entender la vida. Fabián como Maestro Licorista se sumerge cada día en la búsqueda de nuevos sabores y aromas con los que componer delicadas fórmulas de las que surgirán nuevos licores, buscando siempre conmover a quien lo prueba. Elena, como gerente de La Vieja Licorería, da forma a las emociones y sigue encaminando la empresa hacia el objetivo de situar sus licores en las estanterías de los mejores establecimientos del mundo sin que pierdan en el camino nada de su identidad, de ese estilo de vida bedonista que proponen, de ese beber lento, pausado, deteniendo el tiempo alrededor de uno mismo.

Después de cuentos, sueños, leyendas, imaginaciones, creaciones y sumergidos en un mundo de esencias y especies, La Vieja Licorería, con Fabián y Elena al frente de esta pequeña empresa, han demostrado que son un claro ejemplo de que no existen fronteras y estos viejos licores viajan, desde la Esperanza hasta Nueva York conquistando el territorio americano y con el contenido de sus botellas en 17 Estados americanos..... y colorín colorado, con un final feliz, este cuento se ha acabado.


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