Sin ningún género de dudas el timple es el instrumento musical más representativo de nuestras islas. Pero, ¿qué sabemos de su historia y sus orígenes? Se lee en la prensa local opiniones de personajes vinculados al timple: que si fue su inventor un antiguo constructor de guitarras de Lanzarote, que si lo ideó cierto catalán que recaló por las Islas hace doscientos años, etc. ¿Hay algo de cierto en todo esto? Hace tiempo, en efecto, oímos decir a un señor de San Nicolás de Tolentino que antiguamente se conocía el timple en la Aldea como «guitarrillo majorero».
Estas
tradiciones nos indican que, de alguna manera, Lanzarote y Fuerteventura han
tenido algo que ver con la personalidad instrumental del timple. Este es un
dato importante a tener en cuenta. Pero, profundizando en la investigación, no
tenemos más remedio que rechazar la creencia de que se haya inventado
completamente en Canarias. Veamos por qué.
MI TIMPLE |
En
primer lugar, sabemos de seguro que los antiguos canarios no tenían
instrumentos de cuerdas, puesto que, por un lado, no hay noticias ni restos de
ellos, y por otro, el poeta tinerfeño Viana, en 1604, publicó que,
efectivamente, los guanches desconocían este tipo de artefactos musicales. Hay
que pensar, por lo tanto, en que fueron los habitantes hispanizados del
Archipiélago quienes idearon el timple. Pero, ¿lo inventaron o lo copiaron?
Si
examinamos el panorama de instrumentos musicales populares de la Península
Ibérica, vemos que son numerosas las provincias que utilizan guitarrillos
equivalentes a nuestro timple. Cierto que nuestro ejemplar tiene una forma
diferente; pero en tamaño y afinación hay varios instrumentos similares desde
la costa portuguesa a la levantina. La primera conclusión, por lo tanto, es que
a nuestro timple hay que considerarlo como una variante más dentro de la amplia
gama de guitarrillos ibéricos, incluyendo los que existen en Iberoamérica como
consecuencia de la expansión hispano-portuguesa. No olvidemos que en Venezuela,
Puerto Rico, Colombia, etc., hay ejemplares no sólo parecidos al nuestro, sino
que además son conocidos con el nombre de «tiple», sin m. Ello se debe a que, de
hecho, estos guitarrillos, al ser más agudos, están considerados como los
instrumentos sopranos o tiples dentro de la familia de las guitarras.
El
nombre «tiple» está vinculado a ellos desde muy antiguo. En 1752 publicó en
Madrid don Pablo Minguet un método para aprender a tocar «la guitarra, el tiple
y la vandola», además de otros instrumentos. Este método, tan curioso como
raro, es el primero que se conoce en su género, y en él vemos que ese tiple
antiguo y el moderno timple canario tienen las mismas cuerdas, la misma
afinación y la misma manera de tocarse, tanto punteado como rasgueado. Pero
volviendo a nuestra historia, tenemos que decir que sólo en la segunda mitad
del siglo pasado, hace apenas cien años, aparecen documentos describiendo
fiestas populares en Las Palmas donde se habla ya de nuestro instrumento como
de cosa propia, aunque llamándole tiple y no timple. Se ve que la m es una adición canaria probablemente muy
reciente.
Lo que
verdaderamente diferencia a nuestro timple de los demás guitarrillos españoles
y portugueses es su caja de resonancia estrecha, alargada y abombada por
debajo. Esto sí que no hemos logrado encontrarlo en la Península, aunque sí en
el ámbito hispano-americano, donde seguramente la importante emigración canaria
ha impuesto la manera nuestra de construir ciertos guitarrillos tiples. Esta
forma tan peculiar de caja resonadora, ¿se trata de un invento canario? ¿Será
un producto del ingenio de aquellos constructores de Fuerteventura o Lanzarote
a los que la tradición popular evoca?
No
debemos desestimar el dato histórico aportado por nuestro diligente cronista
Néstor Álamo, quien asegura haber leído en un viejo cuaderno de apuntes del
antiguo ejecutante de timples lanzaroteño Jeremías Dumpiérrez que la caja
abombada del timple fue invento de un tal Alpañe, carpintero catalán que
ejerció su oficio en Las Palmas a fines del siglo XVIII. Este interesante dato,
desde luego, está pendiente de más precisas comprobaciones paralelas al
manuscrito de Dumpiérrez. Pero que se hable allí de «invención» podría
considerarse aventurado, pues podemos demostrar que la caja abombada del timple
ya estaba inventada desde mucho antes... fuera de Canarias. Detengámonos en
ello para dejar en el aire las posibles vías de penetración, sin descartar el dato
de que el tal Alpañe haya podido ser una de ellas.
En
primer lugar, hemos de olvidarnos de lo que ahora existe en la Península y
remontarnos a lo que ya existía siglos atrás.
MI TIMPLE |
Se sabe que en tiempos pasados hubo en Canarias muchos esclavos traídos de la costa de África. A mediados del siglo XVI había en Fuerteventura y Lanzarote más moriscos que españoles. Varias veces fueron esas islas arrasadas por la piratería berberisca y repobladas con profusión de africanos capturados en la costa atlántica. Nos preguntamos ahora si la construcción canaria del clásico guitarrillo tiple español con una caja resonadora inspirada en la de aquellas guitarras morunas, precisamente como novedad vinculada a Lanzarote y Fuerteventura (según evocan nuestras tradiciones), no será una consecuencia de la huella africana que debió quedar en las islas más orientales de nuestro Archipiélago.
Estas
alternativas sólo van referidas, como queda expresado, a la introducción de la
actual forma del timple en el Archipiélago, pero sin excluir la existencia en
Canarias de guitarrillos tiples con otras formas en épocas muy anteriores a
aquella, por ejemplo, en que se dice que llegó el misterioso catalán Alpañe. En
este sentido hay que consignar que en las islas orientales existen dos
variantes de afinación, tocantes a la tercera cuerda, y que en Tenerife se
elimina la quinta, dejándole al instrumento sólo cuatro cuerdas.
Sea
como fuere, lo cierto es que nuestro timple cumplido y de fondo jorobado, el
«camellillo», como familiarmente se le llama, ha cobrado en las Islas una
personalidad propia y, por su gran aceptación colectiva, casi forma parte ya de
la idiosincrasia insular.
Lothar Siemens Hernández.
La música en Canarias (SÍNTESIS DE LA MÚSICA POPULAR Y CULTA DESDE LA ÉPOCA ABORIGEN HASTA NUESTROS DÍAS) Segunda edición. 1977.
PARTES DEL TIMPLE Lothar Siemens Hernández.
La música en Canarias (SÍNTESIS DE LA MÚSICA POPULAR Y CULTA DESDE LA ÉPOCA ABORIGEN HASTA NUESTROS DÍAS) Segunda edición. 1977.
La Pala:
Es la parte del timple donde se encuentra colocado el clavijero, donde se insertan las cuerdas, la función de las clavijas es ejercer fuerza para tensar las cuerdas y así afinarlo. El clavijero es mecánico, pero también se ven clavijeros menos elaborados, incluso antiguamente las clavijas estaban hechas de madera o de hueso, eran una joya, pero para afinar poco útiles.
Es la parte del timple donde colocaremos la mano que irá pulsando las cuerdas en el diapasón (el cual es parte del mástil). El mástil debe ser lo más plano posible para facilitar la ejecución, evitar los timples de brazo muy redondeado ya que hará más complicada la ejecución en medida que se vaya avanzando en conocimientos técnicos del instrumento. El brazo debe estar hecho de una madera suave y maleable, que permita al artesano tallarlo de manera sencilla. Las maderas a utilizarse podrían ser el cedro de honduras o incluso el sapelli.
El Diapasón:
Es un trozo de madera que se encuentra colocado sobre el mástil del Timple y contiene unas barritas de metal (Alpaca) a las que llamamos trastes, que es donde se pulsan las cuerdas para dar las notas con los dedos de la mano. Generalmente está hecho de ébano o palissandro (palo santo de indias), sin embargo puede usarse cualquier madera rígida que sea resistente al desgaste por la acción continua de los dedos y el sudor, como bien podría ser el nazareno o el algarrobo.
La Tapa:
Está hecha de una madera blanda que permite mejor la vibración para que el sonido pueda ser más intenso y proyectado. En la tapa se encuentra la boca, que es un orificio por el cual sale el sonido al rasguear o puntear las cuerdas, y la misma suele estar adornada por una roseta, un detalle de marquetería. También encontramos el puente que es donde se amarran las cuerdas y que por cierto le da vibración a la tapa cuando tocamos estas. También tenemos el golpeador, que es una madera rígida que bien puede estar integrada a la tapa o en relieve, y permite proteger la tapa de daños por la acción de la mano y las uñas que rasguean. Antiguamente, y aun suele verse con mucha regularidad, los timples estaban protegidos por un golpeador hecho de nácar, en la actualidad los timples de concierto usan palissandro, ébano o otra madera rígida.
Los Aros y Fondo:
Los Aros son los laterales del timple y el fondo es la parte posterior del mismo, la cual tiene una curvatura denominada "joroba”. Los aros y el fondo no hacen más que brindar sonoridad al instrumento. Está bastante extendido que para el fondo, al contrario que en la tapa, debe usarse una madera rígida. En canarias se solían hacer timples de moral, ahora se utiliza el nogal canario, el naranjero o el palo santo de indias; sin embargo, dependerá del artesano atreverse a usar otras maderas. La mayoría de los timples de concierto hoy están hechos de palo santo de indias, también es muy preciado el sonido otorgado por el arce (madera blanca rayada) aunque ésta última es una madera sumamente costosa. la madera que se usará para el fondo y aros dependerá del gusto del intérprete y de la mano del luthier.
MI TIMPLE Y YO |
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