Chigre es una palabra asturiana empleada popularmente para referirse a los
establecimientos donde se expende y bebe sidra. Sólo algunas bebidas tienen el
privilegio de tener establecimiento con nombre propio. La cervecería está
dedicada a la cerveza; la coctelería, al cóctel; la taberna, al vino; etc. El
chigre ha de reunir determinadas condiciones. Además de sidra, ha de tener
también vasos especiales, que permitan escanciarla y recipientes donde se
recojan los desperdicios que se producen. Ha de tener también escanciadores,
para lo que no vale cualquier camarero. Llega hasta haber concursos de
escanciadores de sidra. Los chigres más típicos alfombraban y todavía siguen
alfombrando con serrín el suelo que fácilmente queda empapado de sidra.
El chigre tradicional no sólo tiene un aspecto típico, sino también un olor típico: el olor a sidra. Para evitar esas reminiscencias y connotaciones, muchos establecimientos han cambiado su nombre por el más fino de “sidrería”, del mismo modo que la “taberna” también ha cambiado su tradicional nombre por el de “enoteca”. Lo propio acontece con la palabra “tasca”. Sólo cuando un establecimiento sobresale claramente por la calidad y lujo de sus instalaciones y servicios se atreve a autodenominarse tasca, taberna o chigre. Por supuesto en un chigre o sidrería en la que se sirve sidra asturiana, además de sidra se sirven otras bebidas y comidas.
La palabra chigre es de origen marinero. Proviene de Langreo. En su modalidad más simple consiste en un cilindro en el que, mediante un manubrio que hace palanca, se va enrollando un cable que arrastra lo que se quiere mover. Este sistema se desarrolló y se modificó para crear un aparato para descorchar sidra. Este sacacorchos acabó por el uso popular dando nombre a la sidrería. Esta palabra es muy rara para las personas no habitantes de la comunidad asturiana.
En uso coloquial, los asturianos muchas veces hablan de “quedar en el chigre”, cuando van al bar de reunión habitual, que no tiene que servir sidra por definición. Un chigre, sirva lo que sirva, lo es cuando atesora ciertas características que, muchas veces, son inmateriales. Un chigre es chigre cuando su dueño tiene un carisma innato. Una amabilidad y cercanía que hace que te sientas cómodo. Además debe conocer los gustos de su clientela con total detalle. Por otra parte, la estética del chigre es tradicional, su decoración ha de ser producto de años de diseño y rediseño; ha ido evolucionando de la mano del tiempo, no de una empresa que te pone el bar monísimo en cuatro días. Un chigre también puede servir comidas, pero no es una condición sine qua non.
Bares tienda y chigres rurales del occidente de Asturias. En estos lugares, donde se atesoran historias de interesante carácter humano, se puede respirar, aún, la más castiza idiosincrasia asturiana. Lamentablemente, el éxodo rural y la burocracia -tan propia de los tiempos que corren- hacen que la figura del "comerciante rural" sea una "especie" en peligro de extinción.
Con ellos desaparece un modo de entender el comercio que no entiende de las prisas de hoy en día. Un comercio en el que prima el componente social, el contacto con los clientes y en el que se puede adquirir desde unas madreñas hasta una barra de pan. Su presencia en muchos pueblos, e incluso concejos, es ya escasa o nula. Asturias ha cambiado y el entorno rural resiste a duras penas.
Asina ye, chigre y guachinche... dos hermanos, cola mesma finalidá, cola mesma alma, col mesmu sabor y arume "ye lo auténtico".
ResponderEliminarAsí es, chigre y guachinche... dos hermanos, con la misma finalidad, con la misma alma, con el mismo sabor y aroma "es lo auténtico".
Hola Luis, gracias, son nuestras costumbres y tradiciones que ni se pueden ni se deben perder.......un abrazo
EliminarMuy buena entrada de blog e interesante!
ResponderEliminarMuchas gracias......un abrazo
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